miércoles, 28 de octubre de 2009

Ahora ya no

Me gustabas antes
cuando te quería
o
cuando creía que te quería
antes
cuando no te conocía
cuando no sabía bien
cómo eras
cuando desconocía
que eres un perfecto tonto
del culo
ahora sí lo sé
o
creo que lo sé
y
no me gustáis
ya
ni tú
ni tu culo

martes, 27 de octubre de 2009

INVISIBLES Y OLVIDADAS


Pensamientos de mi amiga Luci


Pensamientos que vienen y se desvanecen como los sueños,
Sueños olvidados y recordados al día siguiente,
Un día siguiente que amanece y en el que respiramos,
Respiramos en un mundo injusto y violento con las personas que habitan en él,
Él, ¿quien es?, nuestro planeta. Ella, ¿quién es?,
Nuestra tierra, la que debemos compartir,
Compartir, qué significa, ha perdido todo sentido en esta individualidad,
Una individualidad en la que vivimos y de la que somos cómplices,
La individualidad como representación del ser humano,
El ser humano despojado de todo sentimiento y humanidad hacia las demás,
Las demás, las mujeres, tantas veces invisibilizadas, abandonadas,
Abandonadas a su suerte, a su sentir y su pensar en lo que las rodea:
Intolerancia, sufrimiento, soledad, injusticia, violación, sumisión, dolor,
Llanto, gritos…sensaciones contradictorias que viran hacia un mismo lado,
El lado de la tristeza porque es donde el dolor se palpa,
Se palpa en un ambiente que oprime y asfixia a quienes son inocentes,
Inocentes por ser no culpables,
No culpables porque no han cometido ningún delito, haber nacido,
Haber nacido en un mundo de cobardes y de gente ciega,
Gente ciega que no ve y tampoco escucha,
No ve lo que sucede a nuestro alrededor,
Nuestro alrededor cargado de invisibles,
Invisibles, como fantasmas que apenas se perciben, ¿por qué?
¿Por qué no queremos creer en esos fantasmas que están ahí?,
Porque nos asusta, nos da miedo, ¿el qué da miedo?,
Sentimos pavor por reconocer la miseria del ser humano,
Un ser humano que ignora la tortura que padece la gran mayoría,
Un ser humano que no quiere reconocer su indiferencia, su dejadez,
Su abandono hacia las demás, hacia quienes más lo necesitan,
Hacia quienes no tienen nada,
En definitiva son grandes olvidados y ante todo,
“Grandes seres humanos por su constante lucha,
Por la búsqueda de esa dignidad robada,
Y sobre todo por esa incansable andadura hacia su libertad…

Lucía González -- Pedagóga
"Dedicado a todas esas mujeres y hombres que día a día libran la batalla de sus vidas".

lunes, 26 de octubre de 2009

Un momento con... Roger Wolfe

Aquí va una poesía de Roger Wolfe para pasar un buen momento.

TEMPUS FUGIT

Escucha los bramidos
del viento entre los árboles,
la escueta urgencia del reloj
junto a la cama, el sordo
crepitar de las bombillas.
Casi un haiku, este momento.

Y una irremediable
pérdida de tiempo.

viernes, 23 de octubre de 2009

Más oídos

No sé, hoy se me apetecía un montón que escuchárais a Ximena Sariñana conmigo...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Sólo para los oídos

Belle and Sebastian -- I don´t love anyone

martes, 20 de octubre de 2009

Desayuno con Norlevo


Estás más nervioso que yo. ¡Tranquilo! No pasa nada. Es la tercera vez que se nos rompe el condón. Ya hemos pasado por esto. Es el riesgo que tiene follar. A veces, la pasión se desborda. Es tarde, así que hasta mañana no iremos a por la pastillita. Esta noche vamos a dormir abrazados y fantasearemos con ser padres. Piensa en un nombre de niña y yo de niño. ¡Qué coño! Los nombres ya están pensados. ¡Tranquilo! Iremos a la farmacia para evitar encontrarnos con algún conocido en el centro de salud. ¿Estás enfermo? Preguntarán. No, hemos tenido un problema con el preservativo... Siempre da pudor hablar de esas cosas aunque llevemos nueve años practicando sexo.

Norlevo. Las otras dos veces era Postidor. Efectos adversos. Dolor de cabeza. Mareo. Náuseas. Diarrea. Sensibilidad de las mamas.

Me la tomo con un sorbo de café. Qué bien sabe este pincho de carne guisada.

Ya estás más tranquilo.

Na llingua

Tuviste que dir lloñe
pa dame cuenta de
que fae muncho
que
ya nun tabes

al mio llau

lunes, 12 de octubre de 2009

Sostiene Gamoneda


Antonio Gamoneda tiene planta de abuelo erudito. Presencia vetusta, voz gastada, como de rockero sibarita, modales llanos, tiernos, cazurroasturianos... Tiene una pose tranquila y paciente, de alguien que arrastra premios y versos por doquier pero que pasa desapercibido por la calle. Es un correcaminos cultural. La semana pasada ha estado en Fráncfort inaugurando la biblioteca Cervantes. El viernes, viaje desde León en coche. Invitado por Cauce del Nalón y el club del diario La Nueva España para hablar de su último compendio de memorias, Un armario lleno de sombra.

No quiere que le ayuden a bajarse del coche porque él puede y porque "tengo que seguir haciendo estas cosas yo, sino...". En persona es más entrañable aún que por teléfono. "Tú háblame alto", me había dicho. Sentados uno junto al otro, en la cafetería de Langrehotel, no es necesario alzar el tono de la voz aunque, a veces, él inclina la cabeza y acerca el oído, como si diseccionara el aire y no quisiera perderse nada. Esta entrevista va a ser publicada en un blog, le digo. Sonríe. Incluso me deja plantear la primera pregunta. Dicen algunos que gracias a Internet se escribe más pero peor. Vuelve a sonreír. "Soy seguramente la única persona del planeta que no lee Internet". Así que puedo inventarme las respuestas, insisto. Me mira como si fuera su nieta. Después se arrima a la copa de vino y busca la compañía de la nicotina.

Gamoneda aprendió a leer con el libro de su padre, Otra más alta vida. "En 1936 había más escuelas cerradas que abiertas". Con ese libro no sólo aprendió a leer, dice, sino que "entró en mí el conocimiento de los signos de la escritura y el pensamiento poético; o como a mí me gusta llamarlo, el lenguaje interior poético". Tenía 5 años.

La palabra octogenario no rima con Gamoneda, ni con Antonio. El cigarro es una prolongación de sus dedos y de sus palabras pausadas y graves. ¿Qué lectura recomendaría usted a los jóvenes? Me mira sin cansarse y ataca un cuenco de frutos secos. Se llena el hueco de la mano y mastica como deben masticar, intuyo, todos los poetas. Sin perder la gracia, ni la conversación, ni el aura de sabiduría. "A todos los grandes poetas, en todas las lenguas, que han existido desde el siglo XV hasta ahora". Me pregunto si cuando dice grandes poetas se incluye a sí mismo pero está absorto con las avellanas y no quiero interrumpirlo. "Eso sí, hay que leerlos en la lengua del poeta no en las traducciones; nuestros jóvenes se dejan llevar por la magnetización de los grandes nombres pero leen malas traducciones". Otra calada, otro trago. También habla de realismo y matiza, "desde el siglo XV hasta aquí no existe ningún gran poeta al que se le pueda llamar realista".

A estas alturas de la conversación, ya he interrumpido dos veces al abuelo poeta debido a mi malestar de estómago; pero él no desiste en escuchar y yo desenfundo. El autor de Sublevación inmóvil, Tauromaquia y destino, Blues castellano o Arden las pérdidas, fue parte de la resistencia intelectual al franquismo. Le digo la palabra libertad y la respuesta sobre cuáles son los valores perdidos y por cuáles deberíamos luchar le sale sola, como si la tuviera preparada. "Hay que luchar por los mismos que antes; la democracia es la máscara sonriente del capitalismo, es una dictadura económica". Esta vez no hay interrupciones. "Si hay una dictadura de algo hay que pensar en que estamos en las mismas".

Gamoneda tiene que irse. Le reclaman. Se levanta sin prisa. A los dos besos del prólogo de la visita le sucede una palmadita en la espalda a modo de epílogo. "Ponte bien, niña". Se lleva sobre su chaqueta azul el peso de los años bien vividos, de los versos bien escritos. Se va y antes de salir por la puerta, mi libreta está huérfana de palabras gamonianas.

martes, 6 de octubre de 2009

Lejía los jueves


Las manos le olían a lejía, como siempre; pero, también como siempre, las lamió. La tenía debajo, a medio hacer, tan sólo con una bata de color azul cielo. Siempre le había encantado aquel color. Más aún ahora, cuando debajo de él sólo había esquinas de piel que se doblaban al ritmo que él marcaba.

Era jueves. Jueves de lejía.

Desde hacía tres meses adoraba aquel día de la semana que tantas veces se utilizaba de manera peyorativa. Ella era su jueves pero, no porque sobrara, sino por todo lo contrario.

Le rozó el cuello. Liuba. Lamió el nombre tatuado en la piel.

Sonaba Eva Cassidy en el reproductor del salón. La misma música y el mismo olor cada jueves.

Ese día, sus padres no iban a casa a comer. Él no tenía clase y a ella le tocaba limpiar el portal.

¿Podremos fiarnos de la chica rusa? Murmuraban los vecinos.
Liuba Antonov.

Él se fió desde el primer día.