miércoles, 28 de octubre de 2009

Ahora ya no

Me gustabas antes
cuando te quería
o
cuando creía que te quería
antes
cuando no te conocía
cuando no sabía bien
cómo eras
cuando desconocía
que eres un perfecto tonto
del culo
ahora sí lo sé
o
creo que lo sé
y
no me gustáis
ya
ni tú
ni tu culo

martes, 27 de octubre de 2009

INVISIBLES Y OLVIDADAS


Pensamientos de mi amiga Luci


Pensamientos que vienen y se desvanecen como los sueños,
Sueños olvidados y recordados al día siguiente,
Un día siguiente que amanece y en el que respiramos,
Respiramos en un mundo injusto y violento con las personas que habitan en él,
Él, ¿quien es?, nuestro planeta. Ella, ¿quién es?,
Nuestra tierra, la que debemos compartir,
Compartir, qué significa, ha perdido todo sentido en esta individualidad,
Una individualidad en la que vivimos y de la que somos cómplices,
La individualidad como representación del ser humano,
El ser humano despojado de todo sentimiento y humanidad hacia las demás,
Las demás, las mujeres, tantas veces invisibilizadas, abandonadas,
Abandonadas a su suerte, a su sentir y su pensar en lo que las rodea:
Intolerancia, sufrimiento, soledad, injusticia, violación, sumisión, dolor,
Llanto, gritos…sensaciones contradictorias que viran hacia un mismo lado,
El lado de la tristeza porque es donde el dolor se palpa,
Se palpa en un ambiente que oprime y asfixia a quienes son inocentes,
Inocentes por ser no culpables,
No culpables porque no han cometido ningún delito, haber nacido,
Haber nacido en un mundo de cobardes y de gente ciega,
Gente ciega que no ve y tampoco escucha,
No ve lo que sucede a nuestro alrededor,
Nuestro alrededor cargado de invisibles,
Invisibles, como fantasmas que apenas se perciben, ¿por qué?
¿Por qué no queremos creer en esos fantasmas que están ahí?,
Porque nos asusta, nos da miedo, ¿el qué da miedo?,
Sentimos pavor por reconocer la miseria del ser humano,
Un ser humano que ignora la tortura que padece la gran mayoría,
Un ser humano que no quiere reconocer su indiferencia, su dejadez,
Su abandono hacia las demás, hacia quienes más lo necesitan,
Hacia quienes no tienen nada,
En definitiva son grandes olvidados y ante todo,
“Grandes seres humanos por su constante lucha,
Por la búsqueda de esa dignidad robada,
Y sobre todo por esa incansable andadura hacia su libertad…

Lucía González -- Pedagóga
"Dedicado a todas esas mujeres y hombres que día a día libran la batalla de sus vidas".

lunes, 26 de octubre de 2009

Un momento con... Roger Wolfe

Aquí va una poesía de Roger Wolfe para pasar un buen momento.

TEMPUS FUGIT

Escucha los bramidos
del viento entre los árboles,
la escueta urgencia del reloj
junto a la cama, el sordo
crepitar de las bombillas.
Casi un haiku, este momento.

Y una irremediable
pérdida de tiempo.

viernes, 23 de octubre de 2009

Más oídos

No sé, hoy se me apetecía un montón que escuchárais a Ximena Sariñana conmigo...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Sólo para los oídos

Belle and Sebastian -- I don´t love anyone

martes, 20 de octubre de 2009

Desayuno con Norlevo


Estás más nervioso que yo. ¡Tranquilo! No pasa nada. Es la tercera vez que se nos rompe el condón. Ya hemos pasado por esto. Es el riesgo que tiene follar. A veces, la pasión se desborda. Es tarde, así que hasta mañana no iremos a por la pastillita. Esta noche vamos a dormir abrazados y fantasearemos con ser padres. Piensa en un nombre de niña y yo de niño. ¡Qué coño! Los nombres ya están pensados. ¡Tranquilo! Iremos a la farmacia para evitar encontrarnos con algún conocido en el centro de salud. ¿Estás enfermo? Preguntarán. No, hemos tenido un problema con el preservativo... Siempre da pudor hablar de esas cosas aunque llevemos nueve años practicando sexo.

Norlevo. Las otras dos veces era Postidor. Efectos adversos. Dolor de cabeza. Mareo. Náuseas. Diarrea. Sensibilidad de las mamas.

Me la tomo con un sorbo de café. Qué bien sabe este pincho de carne guisada.

Ya estás más tranquilo.

Na llingua

Tuviste que dir lloñe
pa dame cuenta de
que fae muncho
que
ya nun tabes

al mio llau

lunes, 12 de octubre de 2009

Sostiene Gamoneda


Antonio Gamoneda tiene planta de abuelo erudito. Presencia vetusta, voz gastada, como de rockero sibarita, modales llanos, tiernos, cazurroasturianos... Tiene una pose tranquila y paciente, de alguien que arrastra premios y versos por doquier pero que pasa desapercibido por la calle. Es un correcaminos cultural. La semana pasada ha estado en Fráncfort inaugurando la biblioteca Cervantes. El viernes, viaje desde León en coche. Invitado por Cauce del Nalón y el club del diario La Nueva España para hablar de su último compendio de memorias, Un armario lleno de sombra.

No quiere que le ayuden a bajarse del coche porque él puede y porque "tengo que seguir haciendo estas cosas yo, sino...". En persona es más entrañable aún que por teléfono. "Tú háblame alto", me había dicho. Sentados uno junto al otro, en la cafetería de Langrehotel, no es necesario alzar el tono de la voz aunque, a veces, él inclina la cabeza y acerca el oído, como si diseccionara el aire y no quisiera perderse nada. Esta entrevista va a ser publicada en un blog, le digo. Sonríe. Incluso me deja plantear la primera pregunta. Dicen algunos que gracias a Internet se escribe más pero peor. Vuelve a sonreír. "Soy seguramente la única persona del planeta que no lee Internet". Así que puedo inventarme las respuestas, insisto. Me mira como si fuera su nieta. Después se arrima a la copa de vino y busca la compañía de la nicotina.

Gamoneda aprendió a leer con el libro de su padre, Otra más alta vida. "En 1936 había más escuelas cerradas que abiertas". Con ese libro no sólo aprendió a leer, dice, sino que "entró en mí el conocimiento de los signos de la escritura y el pensamiento poético; o como a mí me gusta llamarlo, el lenguaje interior poético". Tenía 5 años.

La palabra octogenario no rima con Gamoneda, ni con Antonio. El cigarro es una prolongación de sus dedos y de sus palabras pausadas y graves. ¿Qué lectura recomendaría usted a los jóvenes? Me mira sin cansarse y ataca un cuenco de frutos secos. Se llena el hueco de la mano y mastica como deben masticar, intuyo, todos los poetas. Sin perder la gracia, ni la conversación, ni el aura de sabiduría. "A todos los grandes poetas, en todas las lenguas, que han existido desde el siglo XV hasta ahora". Me pregunto si cuando dice grandes poetas se incluye a sí mismo pero está absorto con las avellanas y no quiero interrumpirlo. "Eso sí, hay que leerlos en la lengua del poeta no en las traducciones; nuestros jóvenes se dejan llevar por la magnetización de los grandes nombres pero leen malas traducciones". Otra calada, otro trago. También habla de realismo y matiza, "desde el siglo XV hasta aquí no existe ningún gran poeta al que se le pueda llamar realista".

A estas alturas de la conversación, ya he interrumpido dos veces al abuelo poeta debido a mi malestar de estómago; pero él no desiste en escuchar y yo desenfundo. El autor de Sublevación inmóvil, Tauromaquia y destino, Blues castellano o Arden las pérdidas, fue parte de la resistencia intelectual al franquismo. Le digo la palabra libertad y la respuesta sobre cuáles son los valores perdidos y por cuáles deberíamos luchar le sale sola, como si la tuviera preparada. "Hay que luchar por los mismos que antes; la democracia es la máscara sonriente del capitalismo, es una dictadura económica". Esta vez no hay interrupciones. "Si hay una dictadura de algo hay que pensar en que estamos en las mismas".

Gamoneda tiene que irse. Le reclaman. Se levanta sin prisa. A los dos besos del prólogo de la visita le sucede una palmadita en la espalda a modo de epílogo. "Ponte bien, niña". Se lleva sobre su chaqueta azul el peso de los años bien vividos, de los versos bien escritos. Se va y antes de salir por la puerta, mi libreta está huérfana de palabras gamonianas.

martes, 6 de octubre de 2009

Lejía los jueves


Las manos le olían a lejía, como siempre; pero, también como siempre, las lamió. La tenía debajo, a medio hacer, tan sólo con una bata de color azul cielo. Siempre le había encantado aquel color. Más aún ahora, cuando debajo de él sólo había esquinas de piel que se doblaban al ritmo que él marcaba.

Era jueves. Jueves de lejía.

Desde hacía tres meses adoraba aquel día de la semana que tantas veces se utilizaba de manera peyorativa. Ella era su jueves pero, no porque sobrara, sino por todo lo contrario.

Le rozó el cuello. Liuba. Lamió el nombre tatuado en la piel.

Sonaba Eva Cassidy en el reproductor del salón. La misma música y el mismo olor cada jueves.

Ese día, sus padres no iban a casa a comer. Él no tenía clase y a ella le tocaba limpiar el portal.

¿Podremos fiarnos de la chica rusa? Murmuraban los vecinos.
Liuba Antonov.

Él se fió desde el primer día.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Posesiones

Esta casa podría ser la tuya,
la nuestra...
Esta tele, este teléfono,
esta nevera...
Esta cena podría ser para ti,
esta almohada, esta sonrisa...
Esta silla podría ser la tuya,
este hueco en el sofá, este cepillo de dientes...
Esta parte de la cama, esta estantería,
este abrazo...

No has podido.
No has querido.
Ahora, creo,
jamás será tuyo...

viernes, 11 de septiembre de 2009

11 de septiembre de 2009


Julio de 20o1.

Fue la última vez que pisé el aeropuerto Newark de Nueva York.

Hacíamos trasbordo desde San Francisco para regresar a España.

Tres horas de espera.

Algunas dormían. Otras charlabámos adormiladas.

¿Me dejas la cámara?

Habíamos comprado una de vídeo para grabar nuestra estancia americana.

Di un paseo por el aeropuerto y me asomé a los cristales.

Nueva York estaba frente a mí.

Le di al zoom para ver más de cerca las Torres Gemelas.

El año pasado habíamos estado en Boston con una visita intermitente al centro del mundo.

¿Las grabas otra vez? me preguntó alguien.
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Septiembre de 2001.

Estaba tomando un vermouth en un bar de El Entrego

con mis padres

mis abuelos

unos amigos suyos de Madrid

y mis primos.

Sidra, aceitunas, patatas, cacahuetes...


Después nos fuimos todos a casa de mis tíos.

Fabada monumental.


No recuerdo de qué hablamos

ni de qué nos reímos

sí recuerdo la voz de mi primo

que por aquel entonces todavía vivía en casa de sus padres

después de una siesta ligera frente al televisor

de su cuarto.

Eh, se están cayendo las torres gemelas.

Y nosotros seguimos removiendo el café con la cuchara.

Mi abuelo fumaba una pipa o un puro

no lo recuerdo.

¿Me estáis oyendo?

Sí, claro dijo alguien mientras se servía un chupito.


Mi tío, quizá por amor de padre o por aburrimiento

encendió la tele.

Todos dejamos de revolver el café con la cuchara



In memorian 11-S

miércoles, 9 de septiembre de 2009

A veces...


Me gustaría ser una anciana

caminar despacio

vivir como si sólo me quedara un telediario

ignorar ese telediario

a veces

me gustaría ser una reclusa

sufrir por algo que no he hecho

intentar defenderme

gritar

vomitar en una celda apestosa

y recordar la suerte que tengo

a veces

desearía ser un animal

irracional

visceral

lamerme para limpiarme el sudor

mear en las esquinas a la vista de todos

ladrar

miagar

acurrucarme junto a ti en nuestro sofá verde

a veces

pagaría por ser un hombre

besar a una mujer

excitarla

empalmarme

saltarme la regla

a veces

mataría por ser como soy

otras veces

me mataría

por ser como eres tú.

lunes, 31 de agosto de 2009

Sólo para los oídos

Boat Beam -- The rain pauly

Una canción fresca ¿para despedir el verano?


lunes, 10 de agosto de 2009

Más gotitas

I
Estás en todas partes
menos en las importantes.

II
¿Cómo serán los ojos
de la muerte
de Rimbaud?
¿Serán como los tuyos?

III
Cuando se pegan nuestros labios,
¿quién gana?

V
¿Lo oyes? – preguntó el silencio

XI
Lo peor de dejarte
con la palabra en la boca
es que es otra quien la recoge.

sábado, 8 de agosto de 2009

Felicidades abuelos

El día oficial es el 6 de agosto pero hoy es el oficioso.

¡Qué 60 años no son nada!



jueves, 6 de agosto de 2009

Contrapicado

Qué pasaría
si un camión invadiera mi carril
si mi vena se aliara con el filo de una cuchilla
qué pasaría.

Si diez metros no me parecieran suficiente altura
si mi avión fuera un titular de prensa
si estuviera en el lugar equivocado
en medio de la ira de una creencia equivocada.

Qué pasaría
si una noche no respirara
si una mañana dejara de calentar el Cola-Cao en el microondas
qué pasaría.

Si ya no deseara conocer Buenos Aires
ni Tokio
si no quisiera hacer el amor en Baeza
ni soñara con bañar a mis futuros hijos en la cala de la Bugambilla.

Qué pasaría
si me la pelara el último libro de Murakami
y la última película de Isabel Coixet
qué pasaría
si me convirtiera en un personaje de Ricardo Menéndez Salmón
si cortara la raíz de la sonrisa
si preparara desde hoy un epitafio.

Qué pasaría.

...

Abrió la puerta y lo dejó entrar de nuevo en su vida.

miércoles, 22 de julio de 2009

21 de julio


21 de julio. Hace calor.
Por fin.
Llevo aún un trozo de invierno que me pesa.
Está sobre los hombros.
También en la espalda.
He empezado a odiar
los nombres
de los lugares
a donde irás de vacaciones
sin mí.
Con ella.

Los marcaré con una cruz.
Aquí no. Aquí tampoco.
No quiero encontrarme con la mano
de tu fantasma
agarrada a la mano de otro fantasma
que no soy yo.




365 días más

He cumplido años comiendo churrasco en La Fermina;
con los dedos, infantes, engrasados de cordero,
protegida por mi abuelo que, vestido con un mono y un sombrero
de tela vaquera, lidiaba con la brasa y la estaca,
a la sombra de un castañal.
He cumplido años en Mallorca;
empapada de Mediterráneo turquesa,
con los hombros dorados de sol;
solomillos a la pimienta en Can Pedro,
banderines de colores en la terraza de San Agustín,
mientras mi prima correteaba a mi alrededor
cuando todavía era más baja que yo.
He cumplido años en Boston.
Risas globalizadas en Pine Manor College.
Día de playa y noche de globos y tequila con sal.
He cumplido años en San Francisco.
Piscina comunitaria, maquillaje, tarta americana;
una pelota de espuma, un cazo lleno de Martini,
un vestido azul, un chino, un canadiense, cinco asturianas,
una madrileña y una vasca.
He cumplido años en Murcia.
Oceános de plástico, calor, ruido de aviones,
lecturas eternas de playa, pescaditos fritos en La Manga.
He cumplido años en Granada. 42 grados a la sombra.
El barrio del Albaicín, una maqueta perfecta,
sombría, romántica...
La Alhambra llena de historia y arquitectura,
de cámaras de fotos; una paella y una caña bien fría.
He cumplido años en Valencia. Ajoarriero y dos botellas de Izadi.
Flamenco en La Salvaora. Venial. Vodka rojo.
Salsa en el Jhony Maracas. Una persiana mal cerrada.
He cumplido años en Sotrondio. Una tortita de chocolate
y nata tamaño XXL. 365 días más. ¡Bienvenidos!

domingo, 19 de julio de 2009

Sólo para los oídos

http://www.youtube.com/watch?v=H71Fv3PcQQY

Rufus Wainwright -- Across the universe

Rufus cruzando el universo. ¿Quién se apunta?

lunes, 13 de julio de 2009

30. INTERIOR/NOCHE/RELLANO


Aquel día el timbre no sonó como un taladro. Era él.
Abrió la puerta como quien encuentra la salida de un zulo y se lanzó a sus brazos. Él frenó la embestida con un gesto recíproco. Ella lo amaba en pijama. Lo amaba a través del Messenger. Lo amaba por la noche y por el día. Lo amaba en el instituto y cuando comía pizza. Él tenía que amarla tras su casco de moto. Los tequiero se escapaban por la rendija de la visera. Estaban condenados a acariciarse bajo la luz de los focos y el visor de la cámara. Eran el producto de la imaginación de alguien. Obligados a abrazarse y fundirse en un beso metafórico. Tenían la suerte de amarse en una escena de quince segundos.

30. Interior/noche/rellano.

Sólo para los oídos

Zahara -- "La canción más fea del mundo"
Voz y música agradable. La realidad no tiene nada que ver con el título.

martes, 30 de junio de 2009

Quizá algún día...


La taza estaba medio llena. Al menos, así era como la veía. El café dormía frío sobre aquella loza moderna, inmune a las embestidas del lavavajillas. Dio un trago y la dejó, esta vez, casi vacía. Encendió un cigarro. El tercero de la tarde. La bocanada de humo aportó una pincelada londinense a aquel local que, sin embargo, le recordaba a Edimburgo y que, por paradojas estilísticas estaba hecho con inspiración irlandesa.

Entonces entró ella.

Llevaba un chubasquero verde. El verano estaba rezagado y en esa zona del norte el sol no entendía el significado climatológico que en otras partes tenía la palabra agosto. Debajo del brazo derecho, una carpeta forrada con postales que parecían de viaje --recibidas o por enviar, eso no lo sabía-- y en la cara los mismos ojos negros de siempre.

La observó mientras hacía de una de las mesas su hogar efímero. Debajo del chubasquero una camiseta de tirantes. Los hombros de color avergonzado, propios de un día de suerte y luz. Zapatillas de bota gastadas y un paraguas incómodo poblado de gotitas más incómodas aún. El pelo, atado, refugiaba a medias la nota artística de su piel. Un dibujo grabado que acababa en su cuello.

Sacó de la carpeta un manojo de hojas en blanco y un bolígrafo. El camarero le llevó un vaso lleno de algo que olía bien y dulce. Pagó y empezó a escribir.

Desvió la mirada hacia su mesa para evitar molestarla. Aquel poema de Sohrab Sepehrí era tan extenso como brillante. La vida es un espejo elevado al cubo. Releyó y releyó hasta que volvió a encontrarse con aquel cuello y aquel dibujo.

Suspiró. Guardó el libro y la cajetilla de tabaco en el bolso. Se pasó un mechón de pelo detrás de la oreja y pisó firme. Aún no controlaba aquellos tacones nuevos. Pasó delante de ella buscando sus ojos y los encontró.

Me llamo Laura y estoy deseando saber dónde empieza tu tatuaje. Sabía la frase de memoria pero ese día tampoco se atrevió a pronunciarla.

Quizá otro día.

Quizá en otra vida.


(A tod@s a los que podría ir dedicado este texto, para que vuestro día no sea un día sino todo un año).

Sólo para los oídos

http://www.youtube.com/watch?v=Ajy0w1XPJk8

Snow Patrol -- Chasing Cars

(No hay enlace directo, lo siento. Pinchad y disfrutad)

Si tenéis a alguien al lado, abrazádle.

Teloneros de U2.

domingo, 28 de junio de 2009

Gotitas


Empezaron siendo sólo quince. Ahora, son varias. No suficientes para formar una tormenta. Sí un ligero orbayo tormentoso, de esos veraniegos, como el que nos cayó hoy en pleno 28 de junio. Aquí os lanzo cinco. Espero que mojen -poéticamente- lo suficiente como para que repitáis baño otro día.


I


No necesito verte
para vivir. Tan sólo
necesito verte
para pensar.


II


La suma es un intento
inconsciente
de las matemáticas
por alcanzar el romanticismo.



III


Vendo relojes para comprar tiempo.


IV


El café
en el Retiro
sabe a ciprés
- a caramelo y chocolate
y además,
es tan largo como la palabra humanidad.



V

Cuando la luna se pone,
¿quién la excita?





martes, 23 de junio de 2009

Tócame otra vez


Entraba el aire por la ventana abierta cuando él me cogió en sus brazos. Me acarició con sigilo. Con respeto, como pidiéndome permiso. Repitió la caricia, de nuevo con timidez. Y le dejé hacer.

Sus manos no eran muy grandes y me conocían. Dedos largos y suaves.

Yo estaba vacía. Horror vacui. Tócame, pensé. Sólo sus yemas llenan mis recovecos.

No necesitaba quitarse la ropa, ni las gafas, para excitarme.

Hizo falta poco tiempo para que me sacara música. Y así, entregado, con dulzura y sin prisa, fue cómplice de mi orgasmo acústico. Otra vez lo había conseguido.

lunes, 22 de junio de 2009

Día europeo de la música




¿Cómo va a celebrarse un día de la música sin Jorge Drexler?
Aquí queda Mi guitarra y vos. Disfrútenla.

lunes, 15 de junio de 2009

Días grises


Cerró la puerta del portal y abrió el paraguas. Se cobijó debajo de la tela impermeable y maldijo, por quinta vez, aquel día tan gris. Arrimó el bolso hacia el costado y caminó despacio, mirando hacia el suelo. No llevaba el calzado adecuado. Lo sabían ella y sus calcetines empapados. La calle tenía cara de aburrimiento. ¿Qué mierda de día, eh? Pero la calle, como una calle normal, no le respondió.

Cruzó el puente y detuvo la mirada en el río. Prefería el agua salada. Lo siento. Pero el río, como buen río, tampoco le contestó. Llegó a la cafetería con la chaqueta rociada de apatía. Un hombre, sentado a la barra, se dio cuenta y giró la cabeza. Él mismo salivaba nostalgia, así que buscó una mesa lo más alejada de él.

Un café con leche, por favor. La camarera obedeció la orden y posó la taza mansuñada encima de la mesa. Pensó en una mononucleosis galopante y después se lanzó de cabeza al libro. Sin coger carrerilla. Un salto seco. Retiró el marcapáginas, pasó la hoja y se zambulló. Durante una hora dejó de llover.

Cuando cerró el libro volvió el gris. Sacó una moneda gris y se la dio a la camarera gris. Recuperó el paraguas gris y abrió la puerta gris. Hasta luego, dijo con un tono gris. Y la gente, como es normal, no respondió ni en gris, ni en color. Puta lluvia.

miércoles, 10 de junio de 2009

Sólo para los oídos



Thinking about you -- Radiohead

Para todos los que piensan.
Para todos los que piensan en alguien.
Para ti...porque eres en quien pienso.

lunes, 8 de junio de 2009

Peligro inventado

Se tapó con la sábana y giró, de costado, hacia la izquierda. Primero oyó el ruido. Después lo vistió de realidad. Era una alarma. De coche. Chirriante. Autómata. Molesta.

¿Qué era aquello? Sus tímpanos gritaban clemencia. Ella estaba asustada. Agachada. Parecía pedir protección. Como un niño que se aferra a la mano de su padre porque no entiende todavía qué significa la palabra pirotecnia.

Se levantó. Palpó la pared en la oscuridad. No quería encender la luz. Se guió por el instinto para enfundar sus pies en las zapatillas. Fue a la cocina. Una persiana mal cerrada a posta le permitió ver la botella de agua, junto al microondas. Bebió un trago largo hasta que se quedó sin respiración. Después fue al baño. El orín rebotando no podía con el ruido de la alarma. Malditos métodos de seguridad, pensó.

Se agachó también. Ella estaba más tranquila pero seguía alerta. Distante. Tensa. Asomó la cabeza y se pegó de frente con la oscuridad. Sólo las farolas corrompían el negro. Le encantaba el sonido de la madrugada. Esa sucesión de ecos inocuos y misteriosos. Se acercó a ella hasta que sintió, de nuevo, su piel. Pero apreció la reticencia y esperó.

Tiró de la cisterna. La alarma estaba inmersa en su cabeza. ¿Eferalgan? ¿Neubrofen? Espió por el resquicio de la persiana como una voyeur nocturna. ¿Nadie va a apagar ese puto ruido? Habían pasado seis minutos.

¿Cuánto tiempo llevaba pitando aquello? Se sintió inmunizado. Aquel lamento ya sólo le produjo incordio. Ella lo miró y se lo dijo todo en silencio. Tampoco estaba asustada. No pudo seguir pensando porque le lamió la cara y entonces, se olvidó del ruido. Ella se levantó y él se fue tras ella.

Siguió espiando. Insomne. Buscó un culpable pero sólo vio dos gatos maullándole a la noche.

Hielo regalado


Chema Madoz (Madrid, 1958) retrata metáforas que él mismo crea. Su arma es una Hasselblad, desde los últimos diez años. Cada vez que veo una de sus fotografías no necesito ver nada más.

martes, 2 de junio de 2009

Sólo para los oídos



Tómense un descanso y escuchen, por favor...

sábado, 30 de mayo de 2009

Al final, lo que importa es lo importante

Cuando encontró la palabra toffe para definir el color de sus ojos se dio cuenta de que aquella chica le gustaba. Sin embargo, sus pupilas de caramelo le miraban de soslayo, con cierto desprecio; a veces, con indeferencia. Sólo la oía pero intuyó que aunque la escuchara no entendería nada de lo que decía. Ni siquiera cuando gritaba. Porque gritaba mucho. Al menos al principio. Después ya fue él quien gritó y ella quien le miraba resignada.
Antes del pitido final la chica lloraba y él, al verla, dejó de cantar. En el minuto noventa y tres se acercó. Ella pensó que era una broma y se puso alerta. Él le tendió la mano y cuando ella se la estrechó aprovechó para abrazarla. Don´t cry. Susurró con su inglés de instituto. Thanks. Respondió ella, abrazada a su camiseta blaugrana. Entonces a él ya no le importaron ni Roma ni el triplete. Sólo aquellos ojos y aquella chica de Manchester que no volvería a ver nunca más.

viernes, 22 de mayo de 2009

Sólo para los oídos


Erik Satie nació en Normandía en 1886 y murió en 1925. Entre sus aforismo: "Me llamo Erik Satie, como todo el mundo"; y "“cuanto más conozco a los hombres, más amo a los perros”.
Su canción Le Gymnopedies es, gimnasia para los pies y para los oídos.
Pasad un buen fin de semana.




Un hombre llora en un coche


El hombre está en sombra. Si fuera el personaje de un cuadro podría ser una silueta, pero esto es la vida real. La ventanilla del coche está bajada y él está dentro. Las manos buscan música en el volante. Golpes secos, entrecortados. Lleva barba. Muy corta, recia, desaliñada. El pelo es una maraña de color negro. Parecen las cerdas de un cepillo requeteusado. Los ojos son negros y lloran. Pero no con descaro, ni con dolor. Gotean, como un grifo mal cerrado. Su rostro no hace efecto coriolis. Las lágrimas se desplazan en vertical, hacia las comisuras de los labios, casi como en un verso. Me mira de reojo y aparta la mirada ahogada hacia otro lado. ¿Qué has hecho? Me pregunto. ¿Qué he hecho? Parece preguntarse. No tiene cara de uxoricida. Aunque, ¿cómo son las caras de los uxoricidas? Era un tipo normal. Es lo que dicen los vecinos en la tele. Vuelvo a mirarle. Él está a lo suyo. Ya no sé si llora. Mañana leeré los periódicos. No sé si es un hijo de puta o un simple desgraciado.

lunes, 18 de mayo de 2009

Sólo para los oídos



Vetusta Morla -- Sálvese quien pueda
Una perla de Vetusta Morla, como casi todas las de su disco.

Döner, döner...


La chica se acaricia el vientre ovalado. Después, se muerde una uña. Lame una falange y mira al chico. Éste recuesta su peso sobre el codo derecho y mira hacia el interior del restaurante. El pan de pita se calienta en la plancha. El camarero prepara el pollo y la salsa. Una cucharada en el líquido blanco. Otra en el rosa. Lechuga y cebolla. ¡Listo!. Ahora falta el lahmacun. La pizza turca. Envuelta en papel de plata, como un regalo para los estómagos globalizados. A penas hablan. Tienen hambre. Susurran. Se acercan sin llegar a besarse. Él no aparta la vista del döner, el rollo que calienta la carne. Cuando se levanta a por la bandeja, ella sigue sus pasos con la mirada y vuelve a acariciarse el vientre. La chaqueta del chándall ya no disimula la curva ni la evidencia.
Los iraníes comían Kebaps y Lahmacuns en la antigüedad para celebrar el Año Nuevo. Eso ellos no lo saben. Quizá no sepan ubicar Irán en un mapa. Tampoco saben que nosotros sí sabemos que tienen 19 años. El primer bocado de ella parece ir acompañado de un qué pasará con este niño. El de él más bien con un cuántos puntos le sacamos al Osasuna. Vuelven a susurrar y miran el reloj. Después los carteles del cine, a lo lejos.
Esa panza no es un exceso de comida turca. Quizá de caricias.
¿Está bueno, eh? Le dice él a ella, alzando un poco la voz. Tú si que estás bueno.

martes, 12 de mayo de 2009

Una de hormonas

Tres menos cuarto de la tarde. Interior de autobús. Es la hora punta para el tráfico de hormonas. Un chico de melena y patillas rockeras debate con una compañera de clase los últimos consejos para la PAU. Otras dos adolescentes comparten asiento. Una junto a la otra. No hablan. Escupen palabras. Tienen hambre y están hasta los güevos de las clases y de los profesores. Y todavía es martes. Una lleva unas gafas de pasta de color morado porque molan. La otra lleva un aro en la nariz porque le queda de puta madre. Una tercera, sentada en frente de ellas, comparte en voz alta sus meditaciones. Suerte que no avisan a mis padres hasta el lunes, así tengo el fin de semana tranquilo. Hay otras dos chicas detrás de ella. De pie, agarradas a la barra. Es que la han hechado una semana para casa. Le dice una a la otra al oído. La receptora del mensaje sonríe. Lleva el pelo teñido de violeta. Mi periódico está a la vista de todos. El futuro de la prensa. Eso reza el titular del reportaje que leo. Ah, por cierto, no pienso beber sidra nunca más. Dice la chica del aro en la nariz. ¿Por? Responde la que ha sido expulsada. Porque mezcla muy mal. Bebo cacharros y me pongo malísima. Asienten todos, como ante una verdad universal. Y siguen pensando en lo suyo. Y yo en lo mío. ¿El futuro de la prensa? Qué más da. Antes de filosofar respiro y cierro el periódico. Todos hemos tenido, afortunadamente, un presente de hormonas que no piensan en el futuro.

domingo, 10 de mayo de 2009

Un rato de literatura


La palabra rato evoca acepciones obscenas. La de literatura evoca tempestades, chimeneas, playas, sabotajes, traiciones, coitos, palacios, finales abiertos, carruajes, café, sábanas...Utopía. Ricardo Menéndez Salmón dice que la literatura debe ser un instrumento de la ética. También dice que la cultura quizá no nos haga más felices pero sí más libres.
Menéndez Salmón es un tipo alto, desgarbado. Se atusa las patillas cuando habla. Despacio, con una cadencia perfilada. Las gafas le sientan bien. Lo mismo que a otra gente le favorecen los tatuajes, las corbatas, el color rojo o los joderostiaputa resbalando del labio inferior.
Menéndez Salmón dice que el 11 de marzo de 2004 morimos todos. Algunos ya habíamos tenido esa percepción. La idea de que aquella fatídica mañana, aunque estuviéramos a miles de kilómetros, en una región bañada por el Cantábrico, preparando los folios para ir a tomar apuntes por la tarde a la facultad, todos nos dejamos un trocito de vida en aquellos trenes corrompidos.
Menéndez Salmón lo define como muerte democrática porque en esa ocasión no fue una muerte selectiva. El 11 de marzo, para la mayoría, las personas que murieron eran anónimas pero, sin embargo, no lo eran.
Vuelve cuando quieras, Ricardo, con tu jersey morado, tus vaqueros, tus zapatillas de deporte. No será, de nuevo, un simple rato de literatura. Será un rato de erratas corregidas.

Infinito adolescente

Aquel tipo no le gustó la primera vez que lo vio. Llevaba unas gafas ridículas. El pelo recién rasurado. Unas gotas de gomina. Mal repartidas, como un goterón de semen. Lo observó durante quince minutos. Allí no había nada mejor que hacer. Una copa. Dos copas. Tres copas. Hubiera deseado un basto. Él bailaba descordinado. No, no era eso. Se contoneaba. Hacia la derecha. Hacia la izquierda. Sudaba. Arrimaba sus labios al vaso de tubo. Cuando descubría que ella lo miraba apartaba la vista. El rostro enrojecido, ruborizado. Debía tener unos diez años más que ella. Se dejó arrastrar por la calidez de la ginebra de garrafón para abordarle. Se había confundido. Él duplicaba sus quince años. Pareces mayor. Le dijo al oído. Tú pareces un niño. Estaba segura de sí misma y de su falda de cinco centímetros. Él también estaba seguro de la seguridad de ella. La adolescente vivía con sus padres y él también pero tenía coche. Le gustaba hacer el amor con música así que él buscó entre los cedés desperdigados entre el asiento del copiloto y la guantera. Ella le ayudó. Bakalao con ka. Bacalao con ce. No pudo evitar pensar en bacalao al pil pil. Era la única variable que faltaba allí. Reggaetón. Estuvo a punto de ponerse la camiseta e irse. Lo pensó y se dio una tregua. Recordó alguna canción de los Rolling Stones, de Patti Smith, de Ben Harper, de Lionel Neykov, de Jorge Drexler. Y entonces empezó a sonar Infinity. ¿Vale ésta? Ella le quitó las gafas, la camiseta y el pantalón. Después, mientras aquel tipo se agarraba a su alma se quitó el sambenito de intelectual, lo posó en la alfombrilla del coche y olvidó la zozobra de la normalidad. Dejó que sus quince años se fundieran con la noche.

sábado, 9 de mayo de 2009

Sólo para los oídos




Antony and The Johnsons -- Hope there´s someone.
Apaguen las luces, enciendan unas velas y escuchen.

viernes, 8 de mayo de 2009

Si no lo veo no lo creo...

Una taberna irlandesa en un pueblo entreguín. Dos asturianos. Un pakistaní. Ecos castellanos. Ecos en urdú. Dos copas con rebujito. La feria de Abril en la memoria. ¡Viva la globalización!

Inconformista

No me conformo con llevar un anillo con tu nombre. No me conformo con dormir a tu lado, con despertarme con tus bostezos y tu aliento pegado en la nuca. Un efluvio cálido y sexual. No me conformo con hacer la cena y que tú limpies la encimera. Tampoco con resumirte los titulares del día. No me conformo con que me cantes al oído todo lo que quieres cantar en público. No me conformo con que cierres la puerta, al despertar, para que yo siga soñando con nosotros. No me conformo con que tiendas y destiendas. No me conformo con que me mires como si yo hubiera hecho de ti mejor persona. No me conformo con que tú hayas hecho de mí una persona mejor. No me conformo con que me hagas el amor cuando más lo necesito o cuando más lo deseo. Ni que me beses como si bebieras un trago dulce. Quiero que pongas el casco de la bici para poder seguir siendo una incorformista.

Un buen motivo


Una hora y noventa minutos. Eso es lo que he tardado en llorar. Ése es el motivo de arrancar con este blog. Hace tiempo que buscaba una razón. Aquí la tengo. Lo que no sabía es que iba a doler. A quemar. Tumor cerebral. Escabroso binomio. Palabras malditas. Ahora dicen que no es eso pero tampoco dicen qué es. Aguanta. Todo saldrá bien. Ayer pedaleé con fuerza. Los pies rígidos y las manos en el aire, ignorando el manillar. Rompiendo el equilibrio, como hace la vida --la puta y dulce vida-- sin avisar. Quería sentir la velocidad y el aire estrellándose contra mi cara. Deseaba caerme y hacerme daño. Padecer un dolor físico. El psíquico me estaba matando. Rodé por delante del polígono y no vi coches. Delante del río y no vi agua, ni regodones, ni árboles, ni ribera. No vi nada. Sí olí el pescado. Pescado muerto. Muerto. Cuánto daño puede hacer una palabra que viaja en solitario. Aquel hedor duró unos segundos. Lo mismo que mis lágrimas. Lloré por ti. Lloré por la fragilidad corrompida.