Entraba el aire por la ventana abierta cuando él me cogió en sus brazos. Me acarició con sigilo. Con respeto, como pidiéndome permiso. Repitió la caricia, de nuevo con timidez. Y le dejé hacer.
Sus manos no eran muy grandes y me conocían. Dedos largos y suaves.
Yo estaba vacía. Horror vacui. Tócame, pensé. Sólo sus yemas llenan mis recovecos.
No necesitaba quitarse la ropa, ni las gafas, para excitarme.
Hizo falta poco tiempo para que me sacara música. Y así, entregado, con dulzura y sin prisa, fue cómplice de mi orgasmo acústico. Otra vez lo había conseguido.
Orgasmo acústico... "suena muy bien", espero que tan bien como tus palabras, cada vez más sólidas. A veces la música se explica por sí sola, hay notas que hablan, y lo mejor de todo, creo que tú las entiendes. Un beso.
ResponderEliminarEs fácil entender las tuyas...
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