21 de julio. Hace calor.
Por fin.
Llevo aún un trozo de invierno que me pesa.
Está sobre los hombros.
También en la espalda.
He empezado a odiar
los nombres
de los lugares
a donde irás de vacaciones
sin mí.
Con ella.
Los marcaré con una cruz.
Aquí no. Aquí tampoco.
No quiero encontrarme con la mano
de tu fantasma
agarrada a la mano de otro fantasma
que no soy yo.
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