He cumplido años comiendo churrasco en La Fermina;
con los dedos, infantes, engrasados de cordero,
protegida por mi abuelo que, vestido con un mono y un sombrero
de tela vaquera, lidiaba con la brasa y la estaca,
a la sombra de un castañal.
He cumplido años en Mallorca;
empapada de Mediterráneo turquesa,
con los hombros dorados de sol;
solomillos a la pimienta en Can Pedro,
banderines de colores en la terraza de San Agustín,
mientras mi prima correteaba a mi alrededor
cuando todavía era más baja que yo.
He cumplido años en Boston.
Risas globalizadas en Pine Manor College.
Día de playa y noche de globos y tequila con sal.
He cumplido años en San Francisco.
Piscina comunitaria, maquillaje, tarta americana;
una pelota de espuma, un cazo lleno de Martini,
un vestido azul, un chino, un canadiense, cinco asturianas,
una madrileña y una vasca.
He cumplido años en Murcia.
Oceános de plástico, calor, ruido de aviones,
lecturas eternas de playa, pescaditos fritos en La Manga.
He cumplido años en Granada. 42 grados a la sombra.
El barrio del Albaicín, una maqueta perfecta,
sombría, romántica...
La Alhambra llena de historia y arquitectura,
de cámaras de fotos; una paella y una caña bien fría.
He cumplido años en Valencia. Ajoarriero y dos botellas de Izadi.
Flamenco en La Salvaora. Venial. Vodka rojo.
Salsa en el Jhony Maracas. Una persiana mal cerrada.
He cumplido años en Sotrondio. Una tortita de chocolate
y nata tamaño XXL. 365 días más. ¡Bienvenidos!